[.~*JINTAJAFORAS*~.]

enero 17, 2006

Yo sin miedo...

Estaba sentada platicando con él, cuando una voz en el otro extremo de la casa lo llamó. Entonces Jacinto quiso ponerle un final monumental a la plática que hasta entonces habíamos tenido, dijo "lo único que no puedes permitirte es tener miedo". Después, salió apurado de la habitación.
Recuerdo que cuando era pequeña, había un programa para niños con títeres, de esos que uno nunca deja de verles los alambres, pero que en el fondo se confía en que ellos, los títeres, tienen vida propia.
La serie se llamaba "Juan sin miedo", creo en verdad, que pocos la recuerdan, pero eso es algo que yo no he podido sacar de mi cabeza y mucho menos olvidar.
¡Vaya Juan! Que suerte había tenido al no tener miedo… o, ¿sería al revés? Juan mataría por saber lo que es sentir miedo hasta cagarse, pagaría por dejar fluir esa adrenalina que te genera un vértigo terrible en el estómago, mientras el nivel de emoción se mantiene a tal grado que parece explotar cada una de las neuronas del cerebro.
La pregunta es si Juan quisiera sentir miedo y yo dejar de sentirlo. Yo creo que lo que más deseaba Juan era cagarse de miedo y lo que más deseo yo… permitirme tener mucho miedo para no permitirme tenerlo de nuevo.
Y al final de todo, sé con firmeza que el miedo es un arma de dos filos, te somete o te reta, depende del significado que en el justo instante nos determine la situación.
Y entonces retumbaron de nuevo las palabras de Jacinto: "lo único que no puedes permitirte es tener miedo", aún no sé si fue un consejo o vio el miedo asomarse en mis ojos y quiso evitar que lo dejara fluir con una suave advertencia de usar el arma a mi favor y no en mi contra.