Está cosida a mis pies
No la tuve frente a mi, sólo pude verla de reojo. Parecía que se había estado escondiendo de mí, evitándome, ya no recordaba su extraña presencia siempre junto a mí. Vivía con un extraño cenit que me hacía olvidarla.
Hoy que pude verla parecía que llevaba una tonelada de peso sobre sus hombros, era como si su cuerpo se hubiera convertido en un enorme caparazón, el caparazón de un mundo que lleva años guardando dolor y desesperación, que tiene aún vestigios de las siempre desilusiones y de algunas esperanzas perdidas… siempre guarda las desilusiones pero también las esperanzas.
Vi que llevaba consigo esa necesidad de volar pero el peso sobre sus hombros hacía que nunca pudiera separar sus pies del miserable suelo.
Me pregunté en silencio, para que no pudiera escucharme, si estaría tan triste como yo, si le dolería la soledad tanto como a mí, si aún se emociona cuando sueño y más aún cuando imagino.
Quisiera saber si percibe como yo ese dolor en el pecho como si estuviera atrapada y lejos de la libertad.
También me pregunto si no se aburre conmigo, de verme siempre triste, si no le atormentan mis eternos soliloquios y mis charlas imaginarias.
Hoy me rompió el alma verla, sentí mucha tristeza por mi y por ella y no se lo diré, guardaré silencio, como siempre lo hago, esperaré a que no se esconda más de mi para que un día si logro verla de nuevo, aunque sea de reojo, esté segura de que en su espalda lleva unas alas que la mantienen feliz y muy lejos del piso.
Hoy que pude verla parecía que llevaba una tonelada de peso sobre sus hombros, era como si su cuerpo se hubiera convertido en un enorme caparazón, el caparazón de un mundo que lleva años guardando dolor y desesperación, que tiene aún vestigios de las siempre desilusiones y de algunas esperanzas perdidas… siempre guarda las desilusiones pero también las esperanzas.
Vi que llevaba consigo esa necesidad de volar pero el peso sobre sus hombros hacía que nunca pudiera separar sus pies del miserable suelo.
Me pregunté en silencio, para que no pudiera escucharme, si estaría tan triste como yo, si le dolería la soledad tanto como a mí, si aún se emociona cuando sueño y más aún cuando imagino.
Quisiera saber si percibe como yo ese dolor en el pecho como si estuviera atrapada y lejos de la libertad.
También me pregunto si no se aburre conmigo, de verme siempre triste, si no le atormentan mis eternos soliloquios y mis charlas imaginarias.
Hoy me rompió el alma verla, sentí mucha tristeza por mi y por ella y no se lo diré, guardaré silencio, como siempre lo hago, esperaré a que no se esconda más de mi para que un día si logro verla de nuevo, aunque sea de reojo, esté segura de que en su espalda lleva unas alas que la mantienen feliz y muy lejos del piso.
Etiquetas: Jinta para no olvidar, Jinta-magia
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