Una pequeña jinta de calcetines
Hoy por la mañana sucedió todo.
Después del insoportable ritual matutino (que a veces no es tan matutino) de despertar y obligarme a salir de la cama. Me metí a bañar y como siempre... me mantuve en toalla hasta definir el color de la blusa que usaría y lo que implicaría usar el mismo color los calzones y por lo tanto, también de los calcetines.
Todo sería verde aquel día... finalmente tomé unos calcetines de rayitas cafés y verdes.
Al ponérmelos, fue inevitable, dieron su último suspiro al pasar por el talón. Y sentí tristeza. Mis calcetines se me habían muerto en los pies. Los miré unos instantes para decidir que hacer. Realmente hubiera sido infame tirarlos a la basura sin una pizca de corazón, entonces les dije: "Hagamos un trato. Vayamos a hacer un último viaje juntos". Y así fue.
Salimos por la calle y tuvimos un día emocionante. Se nos hizo tarde, corrimos, nos llovio y con ello, mis calcetines probaron por última vez el sabor de la lluvia; me acompañaron en mis nervios mientras golpeabamos el piso con suma emoción, cambiamos de ruta porque nos equivocamos de camino y seguimos corriendo; los llevé a un concierto, platicamos con gente interesante y luego volvimos a casa con mucha esperanza.
Me despedí de ellos, pero ahora no sé si pueda tirarlos. Aún desconozco como me es tan difícil separarme de mis calcetines, mis zapatos y hasta de mis pantalones viejos... ellos son tantas veces compañeros de batalla, que uno no puede declarlos inservibles y olvidarse así nada más de ellos, ¿o si?
Lo bueno, es que tuvimos uno de esos días... emocionantes.
Etiquetas: Jinta hecha a mano