[.~*JINTAJAFORAS*~.]

julio 10, 2007

De mi subestimada manera de decirte que te quiero y de tu sobreestimada forma de entenderlo



Para alguna de mis recurrentes pesadillas…
hasta que la vuelva a encontrar


Rayuela siempre está a unos centímetros de mi cama, no sé que sucede con ese libro, nunca he podido terminarlo, es más, nunca he podido empezarlo…pero me gusta pensar que ahí estará cada vez que estire el brazo.
Supongo que este es uno de mis más extraños hábitos, dormir tan cerca de Cortázar que pueda estar segura que si se me ofrecen unas palabras en una noche de dudas, puedo estirar el brazo y rogarle que me recite un poco.
Este hábito extraño, mala costumbre, debilidad, obsesión, locura o lo que sea, viene desde que Juan Carlos me enseñó a preguntarle cosas, fue entonces cuando Cortázar se afanó en resolver todas mis dudas entre historias y poesía.

Fue así, como Cortázar lo dijo:

“Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.”

Y me encontraba yo recordando haber dicho esas palabras hace algunos días. Le dije que lo quería de la forma más simple y cotidiana, de la forma más honestamente simple que existe. Lo dije sin esperar nada a cambio, lo dije porque salió espontáneo y sin ataduras. Lo dije sin pensar y no me avergüenza haberlo dicho.
Algunos días han pasado de aquel acontecimiento y fue así cuando pensé en aquel silencio que siguió a mi declaración y supe que sin querer había vuelto a hacerlo.
Siempre he odiado ese cliché barato del que todo mundo se ha fiado, de no decirlo para no ahuyentar, para no comprometer, para no decirlo primero… sobre todo para no decirlo y al decirlo saber que se habría hecho un abismo entre los dos.
Y cuando digo te quiero lo digo pensando que no sé si tendré otra oportunidad de decirlo y es así como aprovecharé mi última oportunidad hasta hoy para decirlo. Y si lamentablemente puedo decirlo mañana, también así lo haré.
Sólo puedo decir te quiero en un contexto donde amas hoy por la noche y te olvidas mañana por la mañana, no por eso amo menos.
No puedo quererte según la moda, eso de quererte en invierno para olvidarte en primavera no es lo mío.
Te quiero más cuando llueve y está nublado, aunque ahora que lo pienso, creo que te quiero más cuando la lluvia ha dejado charcos en las calles en los que se puede reflejar el cielo.
Te puedo querer en martes o en domingo, en diciembre o en julio aunque no lo sepas o si quiera lo imagines. Te quiero aunque te olvides de mi nombre y de mi cara, aunque te olvides de mí en viernes o en agosto.
Estoy harta de que me estorben los te quieros, porque al fin de todo pareciera que amo con vergüenza. No ha faltado alguno (de ustedes) que nos ha enseñado (a nosotras) a amar con vergüenza y así cargar sobre la espalda con un sentimiento agonizante porque nadie lo quiere.
Finalmente, te quiero por casualidad… cada vez que te encuentro te quiero y te quiero de nuevo cada vez que te pierdo.

“Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa.” (Otra vez Rayuela).

Etiquetas: , ,

julio 05, 2007

Las líneas de mi vida




Para Lulucienta

Siempre he pensado que pagaría por no tener que hacer una fila.
Entre las cosas que detesto, una de ellas, casi la más importante es la espera (creo que por eso siempre procuro llegar después de la hora acordada…para nunca llegar antes, aunque sucede). No tolero esa sensación de hacer conciencia del tiempo perdido esperando llegar hasta el mostrador.
Uno de estos sábados como muchos otros, me encontraba en un centro comercial que parecía el paraíso de los bolsillos, todas, absolutamente todas las tiendas marcaban en sus escaparates un prominente descuento, situación que te invita a gastar, despilfarrar, y aprovechar aborazadamente la situación tratando de adquirir algo en “oferta”.
Iba con mi Lulú mi hermana, cuando llegó el momento tan odiado de formarnos en la larga fila para adquirir nuestros artículos con un feliz descuento… pasó lo que suele pasar, buscamos cualquier cosa para entretenernos y evitar el golpeteo del reloj recordándonos el tiempo perdido.
Avanzamos y mientras eso sucedía, quedamos justo frente a un espejo enorme. Aquí es cuando debo decir, que existe una gran diferencia entre el comportamiento de Lulú y el mío frente a un espejo.
Lulú cuando se encuentra frente a un espejo, se mira directamente y aprovecha para recordar su mejor cara, algunas veces juega haciendo muecas y en calidad de segundos se auto-inspecciona de pieza cabeza… alguna vez ha sucedido que discutiendo con ella, ha notado la extraña presencia de un espejo y en ese justo momento cuando mira su reflejo despierta en ella un pequeño estilo peculiar en el que toma fuerza y pelea conmigo con más gusto… esto es similar a una pequeña metamorfosis, se ve y se siente más segura de lo que es y parece que se encuentra frente a uno de esos espejos de truco que te hacen ver más grande. En mi caso, sucede totalmente al revés… yo frente a un espejo me enfrento contra mi peor enemiga, supongo que verme me recuerda lo inconforme que me siento del mundo y en ocasiones me recuerda también que podría ser otra persona totalmente diferente. En fin, puedo vivir con esto, en realidad no me molesta tanto.
Aquel día en el centro comercial, mientras estábamos en la enorme fila, mi hermana miro el espejo y aprovecho para mirarse, hacer caras, poner poses y levantar la ceja (ese ademán disfruta hacerlo porque mi papá lo hacía y yo definitivamente…no puedo hacerlo). Fue entonces como sucedió.
Mientras yo la miraba constantemente y disfrutaba de aquella actuación, la mire con una cara que denotaba duda, extrañeza, algo de pena y probablemente hasta enojo…en ese momento ella abrió sus ojos con gran sorpresa y con la palma de su mano me dio una palmada en la frente… entonces dijo que tenía una raya que subía desde la altura de mi lagrimal izquierdo hacía toda la frente… volvió a mirar y descubrió que no sólo se formaba una raya cuando fruncía el seño, vio que hay una línea permanente, la cual existe para facilitarme el gesto ese de vivir con la cara de enojo, duda, aflicción, tristeza y demás.
Ella sin embargo no tiene esa extraña línea que atraviesa mi frente de manera vertical e inclinada, Lulú tiene tres líneas horizontales, fue entonces cuando descubrí que ella vivía con un sentimiento de alegría, aceptación y sorpresa.
Me quedé pensando… mucha gente lee las líneas de las manos para saber el futuro, yo desde aquel momento preferí leer las líneas de la frente, no me importa saber nada de su futuro, pero probablemente cuando vuelva a hacer una fila miraré la frente de todos los demás para saber como han vivido su vida.

Etiquetas: ,