[.~*JINTAJAFORAS*~.]

marzo 16, 2007

Corrección de estilo


El uso de la palabra es un asunto complicado, de puntos y comas, ritmo, armonía y estética. Y eso no es todo, todavía es mucho más complicado. Pero conforme pasa el tiempo eso sale solo y el escritor lo disfruta.
Llenar una hoja en blanco es dejar un legado dicho por alguien que se ha atrevido a escribir, a externar y compartir.
Lo más bonito de escribir es poseer ese libre albedrío que te da la imaginación cuando se hace forma, eso tiene un carácter único e irrepetible.
Bueno, eso supuse y quise suponer siempre.
Debo aceptar que mi escritura no es del todo sencilla pero tampoco es rebuscada, tal vez en la forma sea como la libertad y el sentido se hacen de contenidos sorprendentes, amables y eternos. Lo cierto es que cuando escribo y me encuentro satisfecha de lo que he escrito, el ánimo me lleva a leer y leer para buscar la casi-perfección del sonido, la intención y el ritmo. Luego resuelvo que es imposible y en vano tal esfuerzo.
En un espacio como este, yo escribo a como me place, no hay tijera, borrador, corrector, o tachaduras. Eso hace felices a mis letras.
Desgraciadamente no todos los espacios son como este y los textos se enfrentan a tijeras para cortar pollos; limas que cobran vida solas, que tallan y pulen obsesivamente; líneas nazis que separan a las palabras unas de otras como muros de Berlín o en su caso hoyos negros a donde van las palabras extras, inservibles, discriminadas, las olvidadas, las complicadas, las mal escritas y demás.
A mi no me gusta discriminar y pretendo no maltratar a las palabras que acuden justo en el momento a llenar de sentido lo que me produce la imaginación y la inspiración.
Es así como una persona como yo se tiene que enfrentar al asesino de las letras, el famosísimo corrector de estilo.
Humanamente uno sabe firmemente que no es perfecto y que tiene errores. Pero el enemigo es un encapuchado que domina una guillotina en la que se pierde, siempre se pierde algo.
El asunto es que como escritora naive sé que ante cualquier cosa uno trata de fomentar su estilo, cultivarlo, desarrollarlo, respetarlo y luego uno placidamente se permite admirarlo. Caray el estilo es lo único que se tiene con las letras ya que te define como autor y te liga con el texto. El estilo es mantener una relación emocional con lo que escribes y sé que el estilo lo es todo para una persona como yo.
Pero entonces, escribes para alguien más y aceptas gustoso con las manos atadas y la cabeza gacha, la famosa corrección de estilo con su insaciable verdugo.
He de relatar que la última vez que recibí un texto que había pasado por manos del corrector de estilo, descubrí eso… justamente eso (terrible revelación). Me devolvió mi texto sin alma, le quito la magia que me unía a él y lo escribió bien, correctamente redactado.
Entonces pensé que a los textos que uno ama debe ponerles armaduras resistentes y luchar contra el enemigo, porque los correctores saben redactar, lo hacen bien pero lo hacen sin estilo, hacen que el texto de alguien se convierta en un texto huérfano…de nadie.

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marzo 13, 2007

La desaparición de las letras



"Me sorprende que los ecologistas se asusten cada que desaparece un escarabajo, y que nadie haga nada frente a la desaparición de las palabras.
Con ellas desaparece la realidad: las cosas son en tanto las nombramos."


Juan José Millás


Me encontraba haciendo la lectura diaria de los espacios a los cuales acudo para leer un poco. Uno hace amigos en esos espacios aunque ellos nunca se enteren. Esto de los blogs es como hacerse a la idea de ser un vouyerista de las letras ajenas. Uno se mete en los pensamientos proyectados, en las experiencias relatadas de la cotidianeidad ajena.
Es así como uno de los lugares que acostumbro visitar es el blog de Salvador Leal, con tremenda sorpresa me encuentro que hace un breve recuento ortográfico sobre las reglas básicas. Si yo escribiera un libro sobre ortografía se titularía: “Todo lo que quiso saber de la ortografía pero que nunca se atrevió a preguntar” Sí… supongo que esto nos hace referencia a la adictiva serie de televisión “The Wonder Years”.
Todo mundo llevó en la escuela libros de ejercicios ortográficos la pregunta real es: ¿por qué nadie pensó que eso de la ortografía tenía tanta importancia? A mi me sucedió así, un día decidí que los acentos no sirven de nada y decidí nunca poner uno sólo. Uno nunca cae en la cuenta del error. Aunque causalmente…podría caer en la cuenta de terrible error en situaciones adversas.
Como era de suponerse, elegí una carrera donde el uso correcto de las letras es básico y aquí fue donde la pesadilla cobró vida y el monstruo que yo había creado al negarle todo acento a mis letras cobró sentido, se hizo fuerte y poderoso, casi indestructible.
Por obvias razones, tuve que aceptar que había cometido un grave error, de esos que la adolescencia debería determinar como rebeldía sin causa. Lo cierto es que pagué caro ese error, porque cuando uno sabe que no tiene buena ortografía el mundo se cae en pedazos y siente una vergüenza similar a la que sufrieron Adán y Eva cuando se quedaron desnudos en el paraíso. Por ninguna circunstancia uno desea que nadie vea como escribimos porque es una total proyección de una ignorancia tal…que da pena ajena.
Claro, si no tienes nociones de ortografía eso no te molesta, pero si la necesitas para hacer algo como lo es escribir y de eso vives… la ortografía se convierte en el enemigo número uno… o por otro lado, puedes convertir al enemigo en tu aliado.
Y cuando lo conviertes en tu aliado… los puntos, las comas, los signos de interrogación, los de exclamación, los guiones cortos y largos se vuelven motivo de goce y de una alegría profunda.
Recuerdo haber solicitado con mis compañeros un curso de ortografía-express-para llevar, y quisiera expresarles lo maravilloso que fue poder preguntar sobre todas esas dudas escondidas por la ignorancia. Era como salir del psicólogo después de pagar la consulta y saber que valió la pena.
Desde entonces aprendí a respetar todas y cada una de las letras. Empecé a disfrutar de aquel gran acontecimiento que significa escribir y ser leída.
Sin embargo aún estoy de acuerdo con Millás… nadie hace aspaviento alguno cuando han desaparecido las letras y así algunas palabras. Y es lo que comúnmente sucede ahora al recibir un mail… un mensaje por celular, una cartita o un simple recadito de libreta… las letras están desapareciendo… sus usuarios les han restado importancia y ahora escriben como “está de onda” y ahora en el lenguaje sólo una C substituye la palabra SE, una K substituye la sílaba CA o e su caso la palabra QUE y así hay infinidad de ejemplos, que no puedo hacer ejemplificación de ellos porque aún me niego a entenderlos y a leerlos.
Creo que la ortografía es un tema que a pocos ocupa y por tal razón la gente va matando el lenguaje y la expresión escrita. Eso es una tristeza porque es como pensar en la poca importancia que tienen las letras, cuando cada una de las letras existe por una extraña razón: para dar vida a cada una de las palabras y las palabras son clave fundamental para poder comunicarnos.
Así que si creen que la ortografía no es importante o que nadie se da cuenta de la mala ortografía…habrá que preguntarle a alguno de mis alumnos que reciben sus tareas y trabajos con una epidemia de circulitos marcando cada uno de sus errores. Aún ellos no se han dado cuenta que alimentan a un monstruo que vendrá a perseguirlos.

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marzo 08, 2007

La muerte de Gaia



Me gusta caminar. Siempre lo hago y cuando lo hago me gusta mirar a mi alrededor. Aún recuerdo que cuando era niña y volvía del colegio a la casa, nunca faltaba la presencia de alguna mariposa que a su paso tenía un vuelo lleno de altibajos, tampoco podían faltar en la calle esas flores que les llaman dientes de león; aquellas que siempre evocan esa imagen caricaturesca de soplarlas para que desintegradas sean arrebatadas por el viento en un deleite visual de apenas unos segundos. Cuando veía esas extrañas flores creciendo entre en medio de la calle, siempre pensaba en lo inoportunas que eran al crecer tan desordenadamente entre el pavimento.

Hoy, realizaba la lectura rutinaria del diario tratando de encontar esas noticias que buenas-o-malas me dejan siempre con una idea de como funciona y se descompone este miserable mundo. Finalmente, en la sección de cultura encontré una nota que hacía referencia a los efectos y consecuencias del cambio climático.

Leí un poco más y la noticia era consternante...la nieve desaparecería del planeta.

Inmediatamente me transporte a un video de un grupo islandés...y pensé un poco.

Si me tengo que referir a todas las cosas que me falta vivir, probablemente tenga que aceptar que la nieve únicamente la he visto artificialmente por algún aparato reproductor de realidad. En ese momento consideré seriamente la posibilidad de que la nieve desapareciera antes de que yo pudiera tocarla. Entonces, la nieve sería sólo un recuerdo, la gente la evocaría y contaría a las generaciones que vienen como era, la sensación que expedía, su textura, su olor y sabor, su blancura y su magia. No dudo ni por un momento que alguien inventaría una maquina para hacer nieve, pero nunca nada sería igual.

Aún recuerdo cuando alguien llegaba con esos argumentos ecologistas y moralistas a recordarnos que debíamos cuidar este mundo... y que en el mal de todos, nuestro consuelo era pensar que a ninguno de nosotros nos tocaría la decadencia de un mundo que empieza a morir... y hoy, parece que el mundo está enfermo y que su enfermedad ha sido descuidada al grado de concederle morir libremente...con resignacion y sin cura.

Me pregunto ahora cuantas serán las cosas que habrán de desaparecer y de las cuales aún hemos sido testigos... ahora que lo pienso, escasean las mariposas en mi camino y tampoco es común ver entre las divisiones del concreto algún diente de león... supongo que la naturaleza ha ido muriendo poco a poco y en su lucha se dejó vencer por el concreto.

La tierra que cubierta por una masa gris en su último intento de pedir un poco de aire desenbainaba dientes de león como armas para ganar terreno y recordarnos que aún debajo del concreto estaba ella esperando por nuestra atención.

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