De mi subestimada manera de decirte que te quiero y de tu sobreestimada forma de entenderlo

Para alguna de mis recurrentes pesadillas…
hasta que la vuelva a encontrar
Rayuela siempre está a unos centímetros de mi cama, no sé que sucede con ese libro, nunca he podido terminarlo, es más, nunca he podido empezarlo…pero me gusta pensar que ahí estará cada vez que estire el brazo.
Supongo que este es uno de mis más extraños hábitos, dormir tan cerca de Cortázar que pueda estar segura que si se me ofrecen unas palabras en una noche de dudas, puedo estirar el brazo y rogarle que me recite un poco.
Este hábito extraño, mala costumbre, debilidad, obsesión, locura o lo que sea, viene desde que Juan Carlos me enseñó a preguntarle cosas, fue entonces cuando Cortázar se afanó en resolver todas mis dudas entre historias y poesía.
Fue así, como Cortázar lo dijo:
“Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.”
Y me encontraba yo recordando haber dicho esas palabras hace algunos días. Le dije que lo quería de la forma más simple y cotidiana, de la forma más honestamente simple que existe. Lo dije sin esperar nada a cambio, lo dije porque salió espontáneo y sin ataduras. Lo dije sin pensar y no me avergüenza haberlo dicho.
Algunos días han pasado de aquel acontecimiento y fue así cuando pensé en aquel silencio que siguió a mi declaración y supe que sin querer había vuelto a hacerlo.
Siempre he odiado ese cliché barato del que todo mundo se ha fiado, de no decirlo para no ahuyentar, para no comprometer, para no decirlo primero… sobre todo para no decirlo y al decirlo saber que se habría hecho un abismo entre los dos.
Y cuando digo te quiero lo digo pensando que no sé si tendré otra oportunidad de decirlo y es así como aprovecharé mi última oportunidad hasta hoy para decirlo. Y si lamentablemente puedo decirlo mañana, también así lo haré.
Sólo puedo decir te quiero en un contexto donde amas hoy por la noche y te olvidas mañana por la mañana, no por eso amo menos.
No puedo quererte según la moda, eso de quererte en invierno para olvidarte en primavera no es lo mío.
Te quiero más cuando llueve y está nublado, aunque ahora que lo pienso, creo que te quiero más cuando la lluvia ha dejado charcos en las calles en los que se puede reflejar el cielo.
Te puedo querer en martes o en domingo, en diciembre o en julio aunque no lo sepas o si quiera lo imagines. Te quiero aunque te olvides de mi nombre y de mi cara, aunque te olvides de mí en viernes o en agosto.
Estoy harta de que me estorben los te quieros, porque al fin de todo pareciera que amo con vergüenza. No ha faltado alguno (de ustedes) que nos ha enseñado (a nosotras) a amar con vergüenza y así cargar sobre la espalda con un sentimiento agonizante porque nadie lo quiere.
Finalmente, te quiero por casualidad… cada vez que te encuentro te quiero y te quiero de nuevo cada vez que te pierdo.
“Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa.” (Otra vez Rayuela).
Etiquetas: Jinta de nostalgia, Jinta hecha a mano, Jinta para no olvidar